Todo sacrificio que se haga por esta Revolución vale la pena. El tiempo se los demostrará.
Con estas palabras de Celia Sánchez Manduley, en carta a una colaboradora en el año 1957, la Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República rindió tributo a su fundadora, a 43 años de su desaparición física el 11 de enero de 1980.
Aquí nos reunió la vocación de Celia de no olvidar; de preservar lo histórico para el futuro. Por eso, más allá de su lejanía hacia lo que pudiera ser una exaltación a su figura humildísima, estamos cumpliendo un deber con la Historia de Cuba. El tiempo y los afectos no pueden evitar que nos reunamos y le recordemos, y también de alguna manera todos ratifiquemos compromisos.
Armando Hart, en sus palabras de despedida, expresó:
Era una combatiente revolucionaria con excepcionales intuición, sensibilidad e inteligencia femenina. A su valor personal, mostrado en toda su vida de revolucionaria y, en especial, en difíciles momentos de la guerra y en los instantes cruciales y decisivos por los que ha atravesado nuestro proceso, se unía una sencillez, una modestia y una exquisita sensibilidad de mujer.(…)
Durante todo ese tiempo Celia, con su valor, su constancia, su abnegación, su laboriosidad y su trabajo altamente eficaz junto a Fidel entró definitivamente en la historia. Celia, en la Sierra, no fue sólo la heroína de la guerra. Fue eso y, además, la heroína del trabajo. En ella la leyenda adquirió forma y contenido reales.
Sabemos que a su modestia, sencillez y desprendimiento personales no le agradaría la exaltación de su persona. Pero el pueblo, el juicio histórico y el ejemplo necesario a seguir para las generaciones venideras exige que pasemos en este caso por encima de lo que hubiera sido su voluntad ¡Hace falta, Celia, que nos sigas sirviendo! Y para que sigas sirviendo a la causa, es necesario destacar tus méritos. (…)
Esta seguirá siendo la Oficina de Celia, el lugar que soñó desde la Sierra donde guardaría cada papelito para que luego se contase bien la historia de nuestro país. Aquí seguirán atesorándose los más valiosos recuerdos de la vida de Cuba y desde aquí seguirán saliendo los libros que muestren a cada uno de nuestros hijos el coraje revolucionador de este país que lucha siempre por su libertad. No tengo dudas de que aquí seguirán habitando la generosidad, la alegría, el buen gusto y la delicadeza de Celia, porque es alma viva; porque crece y perfuma desde el jardín, o porque simplemente vive en cada uno de esos escritos que quiso guardar para la historia de una nación sin darse cuenta de que estaba guardando también parte imprescindible de su propia vida. Eso es lo que hace que este no sea un archivo más de papeles valiosos y celosos guardianes; eso es lo que hace que este lugar siga siendo la casa de Celia, de la historia de la Revolución y de la vida de una de las mujeres más lindas que ha tenido nuestra Historia.
Y fue el propio Armando Hart, hace 43 años, quien definiera el mejor modo de rendirle tributo:
Celia, a su vez, era una creadora. Tenía del poder y la autoridad el sentido de la creación. No concebía utilizarlos para medrar o acomodarse. Gustaba sí, de emplearlos, pero para construir y crear. El poder y la autoridad pueden usarse a forma de acomodo y de medro, o pueden utilizarse como instrumento de creación en favor del pueblo. Ella los empleaba para crear, para construir, para hacer una obra de beneficio colectivo, para dejar una huella duradera en la historia; para dar un paso de progreso y de felicidad para el pueblo.
En el ejemplo de la conducta de Celia y en el conocimiento cabal de sus virtudes está una de las mejores enseñanzas que hoy disponemos para superar nuestras debilidades y enfrentar las responsabilidades que tenemos como revolucionarios. (…)
Que el homenaje se mantenga cada día con el cumplimiento de nuestras metas, y la defensa de la obra que nos legó.
¡Viva Celia Sánchez!
Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República