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28 octubre 2022

Camilo en Las Villas

 

El mes de octubre también lleva la impronta de Camilo Cienfuegos, por eso lo recordamos hoy con  un fragmento del libro Camilo en el Frente Norte. Anécdotas, de René Batista Moreno y Alejandro Batista López, que reflejan de manera especial la presencia del Señor de la Vanguardia en ese territorio del centro de nuestro país.

Camilo viene en el centro

La Columna No. 2 Antonio Maceo llegó al campamento entre dos luces. Yo salí a recibirla, venía muy organizada y le pregunté a uno que, por lo que me habían contado, se parecía al comandante rebelde:

—¿Usted es Camilo?

—Camilo viene en el centro.

Indagué con otro que podía ser el jefe de los invasores:

—¿Usted es Camilo?

—Camilo viene atrás.

Ya casi al entrar la columna a la instalación, insistí con otro compañero y me respondió que iba

delante.

Me di cuenta de que Camilo se protegía y lo protegían sus hombres, que las medidas de seguridad, pese al débil estado físico en que se encontraban, funcionaban bien.

Cuando Tomás Cortés Santos me lo presentó, me dio la mano sonriente y dijo:

—Camilo viene en el centro.

Félix Torres González,

Jobo Rosado, miércoles 8 de octubre de 1958.

 

¿Tú eres católico o comunista?

 

En una oportunidad, el comandante invasor y parte de su estado mayor se encontraban aquí, en el comedor de la casa, en espera de un poco de café que les estaba colando mi mujer.

La cosa no recuerdo cómo empezó, aunque se suscitó una conversación acerca del comunismo y el catolicismo. Al lado de Camilo había un niño sentado, tenía más o menos siete años de edad, era un vecinito de la zona, y escuchaba con mucha atención todo lo que se hablaba.

De repente, el comandante se viró hacia él y le preguntó:

     Niño, ¿tú eres católico o comunista?

     ¡Yo soy tuyo, Camilo, tuyo! —respondió asustado.

Y todos rieron a carcajadas.

Ramón Simanca Medina,

Juan Francisco, (¿?) noviembre de 1958.

Para los que no tienen nada

Al tercer día de estar Camilo en el campamento de Jobo Rosado, me ordenó incautarle unas reses al gobernador de la provincia, en una de las fincas que tenía por esta zona. Posteriormente, partí hacia allá con varios combatientes. Cuando realizábamos el trabajo, nos salió al encuentro el montero y, con cara muy afligida, me suplicó:

—¡Oye, chico, por favor, déjame esa vaca, es lo único que tienen mis hijos pa’ leche!

Aquello me conmovió, yo sabía que el hombre era muy pobre y le dejé la vaca. Al regreso sentí preocupación, porque el comandante no me había dado órdenes de entregarle un animal de aquellos a nadie.

Llegamos al campamento y pese a que temía que fuera a regañarme, le conté lo que había pasado. Para sorpresa mía lo vi sonreír, me tiró un brazo sobre los hombros y dijo:

—¡Hiciste muy bien, muchacho, esta Revolución la estamos haciendo para los que no tienen nada!

Juan Cubillas Díaz,

Jobo Rosado, viernes 10 de octubre de 1958.

14 octubre 2022

El primer grupo guerrillero en Las Villas y su conflictivo surgimiento

 MSc. Ricardo Efrén González y

Lic. Cira Odalis Vera Morera

 

Mientras el 27 de noviembre de 1956 el yate Granma surcaba las aguas del mar Caribe con sus 82 expedicionarios, un reducido pero valiente grupo de jóvenes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio dirigidos por Víctor Bordón Machado, joven azucarero de veintiséis años y jefe de acción del Movimiento en Quemado de Güines, se reunían en Arroyo de los Mudos y acordaban iniciar la lucha contra el poder dictatorial de Fulgencio Batista.[1] Desde este sitio Bordón, Evelio Daniel Villavicencio González (Patilla), Osvaldo García Triana, Israel Nodarse Bonet y Julio Martínez Concepción[2] se trasladaron para la finca de Mariano Díaz Suárez y establecieron su primer campamento.  Un exiguo armamento compuesto por un Springfield, una escopeta cal. 16 y dos pistolas conformaron todo el potencial bélico con el que contaron estos hombre que iniciaban el primer foco guerrillero, no solo en la provincia, sino en el territorio nacional.

Si bien el alzamiento de Bordón y sus compañeros coincidió con los preparativos nacionales de apoyo al desembarco del yate Granma,[3] ello fue el resultado del aviso dado por Carlos Martínez Reyes[4], sobre la orden de captura que había sido emitida por las fuerzas de la tiranía contra el joven quemadense y varios de sus compañeros.[5] Desde esos instantes Bordón y sus acompañantes, sin el entrenamiento necesario pero con una intuición suficiente como para adaptarse a las condiciones topográficas en las que operaría, realzaron a planos superiores lo que constituye el ABC táctico de la guerrilla; el constante movimiento, que combinaron con la movilización nocturna de combatientes que durante el día se incorporaban a sus actividades habituales y que no fueran, en la medida de lo posible, residentes del lugar donde se desarrollaría algún tipo de acción. De esta manera se les protegía y se evitaba que tuvieran necesidad de mantenerse sublevados.

La zona seleccionada por Bordón y sus compañeros fue la comprendida en las áreas aledañas a Quemado de Güines perteneciente a la Llanura del Norte de Cuba Central y al norte del municipio de Santo Domingo en la Llanura de Manacas, zona que fue ampliada y delimitada durante 1957. Por el oeste se extendió hasta los límites de la provincia de Matanzas; por el este, hasta la carretera que une a Sagua la Grande con la capital provincial; por el sur, entre Santa Clara y Cascajal, a través del curso de la carretera Central y por el norte, bordeando la costa.[6]

Si bien las llanuras no poseían las características ideales para desarrollar una guerra de guerrilla en Las Villas se convirtieron en escenario para el desarrollo de la lucha armada aunque en menor escala.

Desde sus inicios los combatientes se dedicaron en lo fundamental a confiscar el armamento que existía en la zona y buscar el apoyo logístico que les permitiera iniciar la organización del bisoño grupo y para lograrlo se convirtieron en “una especie de ángel tutelar […] para ayudar siempre al pobre”[7] lo que les permitió granjearse el prestigio y cariño entre los pobladores.

No fueron pocos los campesinos que brindaron su colaboración al pequeño grupo y que pusieron sus fincas a disposición de los rebeldes lo que les permitió sobrevivir en condiciones tan adversas para desarrollar acciones combativas.

Desde la misma noche del 27, luego de abandonar la finca de Mariano Díaz, Bordón y su grupo llegaron a la casa del campesino Juan José Martínez quien les ofreció abrigo y alimentación. Al poco tiempo y dado lo necesario de la movilidad a la que estaban obligados se trasladaron a otros lugares. El 10 de diciembre establecieron campamento definitivo en la finca de Domingo Sanabria en Bermejal y desde este sitio, ubicado a ocho kilómetros de Santo Domingo, ampliaron sus contactos con vista a garantizar un mayor apoyo y a incrementar el número de su fuerzas con jóvenes a los que les resultaba imposible continuar en la clandestinidad, entre ellos, Edelberto González Morales (Cente), Tomás Díaz Martín, Eusebio Chávez Villavicencio, Osvaldo García Triana (Nildo), Eustaquio Israel Nodarse, José Vergara Llerena, Julián Morejón Gibert y los hermanos Miguel, Manuel y Juan Martínez Ruíz.[8] No todos los que llegaron a la tropa podían ser incorporados en tan complejas condiciones,[9] sin embargo, se decidió mantenerlos localizables para las acciones que se avecinaban y aceptarlos cuando las condiciones lo permitieran.

Gradualmente el foco guerrillero comenzó a crecer y se crearon pequeños grupos que se mantenían cercanos a la jefatura y operaban como patrullas independientes que se unían cuando se partían a desarrollar acciones de cierta envergadura. 

Desde sus inicios la utilización del sabotaje se convirtió en el modo de lucha fundamental usada por los guerrilleros, que si bien no representó la mejor opción para poder derrumbar las estructuras del régimen, sí fue una vía para debilitarlo y una de las “terribles armas”[10] de las que se valió, destinada a destruir tendidos eléctricos y telefónicos, líneas de ferrocarril, puentes y alcantarillados; quema de campos de caña; incendio de transportes, locales públicos y casas de connotados batistianos; todo ello obligado por las circunstancias en las que se operó y en lo fundamental, por la escasez del armamento adecuado que obligó al rechazo del enfrentamiento directo con las fuerzas de la tiranía, pero que contribuyó a socavar sus bases económicas, morales y militares. 

El 9 de diciembre se ejecutó la primera acción de este tipo con el incendio de varios medios de trasporte y la destrucción de postes telefónicos en las cercanías de Manacas, lo que le valió al gobierno abrir la causa 629/956[11] contra Víctor Bordón y Daniel Villavicencio. El 25 de diciembre un nuevo sabotaje realizaba la inexperta tropa al lanzar cocteles Molotov dentro del propio poblado de Quemado de Güines.[12]

Se inició el año 1957 y como resultado de las indicaciones emanadas de la dirección nacional de prohibir la formación de otros frentes guerrillero comenzaron a manifestarse contradicciones entre el jefe de la guerrilla con Allán Rosell Anido, coordinador provincial del Movimiento, Ernesto Mora Ganuza, Manuel Matienzo Abuelo, coordinador y miembro de la dirección de la organización de Sagua la Grande y Ángel González coordinador en Quemado de Güines.

Por orientaciones de Allán Rosell se le propuso a Bordón abandonar el alzamiento o trasladarse para la Sierra Maestra, propuesta no fue aceptada por el combatiente y que dio inicio de un período de fuertes contradicciones que perduró hasta la renuncia del coordinador provincial.[13]

La negativa a acatar la propuesta de Rosell Anido significó la separación[14] de Bordón del Movimiento aunque se mantuvo en operaciones e incrementó sus fuerzas y esto le permitió a Osvaldo Rodríguez Ayala en su condición de jefe de acción y sabotaje procurar el apoyo del quemadense en las acciones a desarrollarse en Cienfuegos el 20 de abril de 1957.  

Refiriéndose a esta situación, años más tarde Bordón, en consonancia con la línea que seguía la dirección nacional, declaró como tuvo “…la seguridad plena de que las direcciones nacional y provincial en el llano no tenían fe de que el triunfo podía consolidarse sobre la base de la lucha guerrillera, sino que lo entendía solamente como un simple soporte”.[15]

Las desavenencias entre las posiciones opuestas de los propios miembros de la dirección provincial representados en las figuras de Allán Rosell y Osvaldo Rodríguez que irradiaron inevitablemente en el comportamiento de los militantes del Movimiento 26 de Julio y la negativa a la formación de frentes guerrilleros sin la anuencia de la dirección provincial, fueron las razones de las discrepancias de muchos revolucionarios con su organización; de su insubordinación y en el peor de los casos, del abandono de las filas de la organización revolucionaria. El propio Frank País en una circular dirigida a las direcciones del Movimiento 26 de Julio el 15 de mayo de 1957, lo corroboró cuando les manifestó:   

 “Al estudiar y analizar la marcha de los acontecimientos veo que el Movimiento no se encuentra a la altura de lo que las circunstancias nos exigen, carecemos de una organización efectiva, la intercomunicación es deficiente, la coordinación de los esfuerzos no existe, la propaganda es escasa, la tesorería es pobre y la unidad general del Movimiento no existe”.[16]

La provincia de Las Villas no escapó de esas consideraciones y los que habían tomado la decisión de alzarse no tuvieron el reconocimiento ni el apoyo de su organización, pero fueron capaces de adentrarse en los vericuetos de la lucha armada como la única alternativa para el logro de una total y definitiva independencia.


 



[1] Años posteriores, Bordón escribió que sostuvo una reunión con el grupo que le acompañaba y decidieron considerar el 27 de diciembre de 1956 como la “fecha oficial de constitución del Frente Rebelde del Movimiento 26 de Julio en Las Villas” negando la verdad histórica. Para los autores resulta contraproducente admitirlo, ello sería negar un acontecimiento de gran trascendencia en la historia regional y nacional. En: Julio Chaviano Fundora. La lucha en Las Villas, p. 180.

[2] Ricardo Efrén González: Entrevista a Edelberto González Morales (Cente) ; “Víctor Bordón se alzó sólo con cuatro hombres. Declaraciones a la prensa”, Revolución, 8 de enero de 1959.

[3] Según información dada por Víctor Bordón a William Gálvez para el libro Camilo, señor de la vanguardia, p. 360, él conocía de la llegada de Fidel, y su alzamiento estuvo dirigido a brindar apoyo al desembarco, sin embargo, en entrevista a José Antonio Fulgueira en el 2000 afirmó desconocer los preparativos que se hacían para el 30 de noviembre. Los autores asumen esta última declaración partiendo del hecho que aún el 27 de noviembre no se conocía en la provincia de la salida del Granma. El cablegrama enviado desde México se recibió en la casa de Haydee Díaz, en Santa Clara, el 28 de noviembre.

[4] Miembro de la dirección provincial del Movimiento 26 de Julio en Las Villas.

[5] Ricardo Efrén González: Entrevista a Edelberto González Morales (Cente); Julio Chaviano Fundora: La lucha en Las Villas, p. 16.

[6] Julio Chaviano Fundora: La lucha en Las Villas, p. 20.

[7] Ernesto Guevara de la Serna: La guerra de guerrillas. Escritos y Discursos. t. 1, p. 71.

[8] En la publicación de Julio Chaviano La lucha en Las Villas se reproduce el documento elaborado por Víctor Bordón titulado Frente de Las Villas. Ejército Rebelde. M-26-7. Fundamentación. Fundadores, donde plasmó la relación de los combatientes que consideró fundadores de su guerrilla. En ese listado el jefe guerrillero incluyó combatientes que se incorporaron a la lucha guerrillera días y meses posteriores, incluso en el año 1958. Los autores a partir del testimonio de Edelberto González Morales (Cente) solo incluyeron a los que se incorporaron al grupo guerrillero antes del 31 de diciembre de 1956 lo que se hace en virtud de ser esta la primera agrupación guerrillera existente no solo en la provincia sino también en el territorio nacional.

[9] Según declaraciones dadas por Bordón, en esos primeros momentos la cifra máxima de hombres en su guerrilla no excedió los 30 combatientes. Ver: Víctor Bordón se alzó sólo con cuatro hombres. Declaraciones a la prensa. Periódico Revolución, 8 de enero de 1959.

[10] Ernesto Guevara de la Serna: La guerra de guerrillas. Escritos y Discursos, t.1, p. 43.

[11] Luis Veguerías: Relación de actos terroristas ejecutados en zona del Reg. Nº 3 “Leoncio Vidal” desde 1953 a 1958.

[12] Ibídem.

[13] José A. Fulgueira Domínguez: Víctor Bordón: El nombre de mis ideas, p. 35 y William Gálvez Rodríguez: Camilo, señor de la vanguardia, p. 360.

[14] Allan Rosell Anido: Notas autobiográficas y Ricardo Efrén González: Entrevista a Guillermo Rodríguez del Pozo, 8 de noviembre de 2013.

[15] José A. Fulgueira Domínguez: Víctor Bordón: El nombre de mis ideas, p. 40.

[16] Frank País García: Circular a las direcciones del Movimiento, 15 de mayo de 1957. Nota: Subrayado de los autores.

08 octubre 2022

Los últimos días del Che

 Por: MSC. Adelaida Béquer Céspedes

Investigadora Auxiliar

Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República

El 1º de septiembre de 1967 el Che llegó a casa de Honorato Rojas, el hombre que vendió al comandante Vilo Acuña y su destacamento, ignoraba el guerrillero lo que había sucedido el día 31 del mes anterior. No sería hasta el día 2 que se enteraría de esta infausta noticia difundida por la radioemisora “Voz de las Américas”. El 17 de abril se había separado del grupo principal la retaguardia dirigida por Vilo (Joaquín en la guerrilla). Durante más de cuatro meses intentaron encontrarse sin lograrlo. El contingente de Vilo cayó en una emboscada preparada por el ejército boliviano en el Río Grande, en el lugar conocido como Vado de Puerto Mauricio, el último día de agosto. Cuando todos se internaron en el río se inició el tiroteo que concluyó en la carnicería de la tropa guerrillera, también murió Tamara Bunke Bider (Tania) que se había incorporado al grupo.

El Che decidió seguir en una agotadora marcha hacia Valle Grande en un intento de salir del cerco tendido por el enemigo, van arrastrándose como un adolorido ejército de sombras. La noticia de la muerte de sus compañeros de tantos combates lo sumió en la tristeza y desolación más profunda. Solo quedaban con vida para esa fecha en la guerrilla veintidós compañeros. El Che sufría un terrible agotamiento físico agravado por los ataques de asma. Cuando sobrevienen sus compañeros tratarán de aliviarlos dándole masajes en el pecho la espalda, otras veces pedía que lo subieran a un árbol para poder relajar sus pulmones agotados. Aun con todos estos sufrimientos físicos y espirituales se mantuvo firme hasta el final.

El 21 de septiembre alcanzaron el poblado de Alto Seco, a una altura de 1900 metros. El corregidor del poblado corrió a avisarles a los soldados. Estaban tan agotados que durmieron en el campo sin importarles que los vecinos los vieran. Los pies cubiertos con sencillas abarcas[1], estaban lacerados por las espinas, sus cuerpos corrieron la misma suerte. ¡Es un verdadero vía crucis! Solo el respeto que aquellos hombres le profesaban logrará que continúen caminando. En la madrugada del 7 al 8 de octubre fueron vistos por el campesino Pedro Peña, quien corrió a informarle a Aníbal Quiroga, corregidos de La Higuera. Este pasó información al subteniente Carlos Pérez que a su vez avisó al capitán Gary Prado, que estaba apostado a tres kilómetros en Abra del Picacho, este se trasladó rápidamente con cuarenta rangers y organizó un dispositivo militar para avanzar a la vez por ambas quebradas que confluyen en el valle y desembocan en el Río Grande. El Che comprendió que se hallaban frente al último combate, sin ninguna posibilidad de salir con vida de allí. La suerte estaba echada, y estaba dispuesto a pelear hasta el final.

            Distribuyó a sus hombres en composición de dos y mandó tres patrullas de exploración para ubicar el lugar más apropiado para escapar de aquella trampa en que se había convertido la Quebrada del Churo o Yuro. Pensaba que podían esperar la noche para alcanzar su objetivo. Las patrullas detectaron que toda la zona estaba llena de soldados. El Che dio la orden de no ser los primeros en disparar para que no fueran detectadas sus posiciones. Pero el desigual combate comenzó en horas del mediodía. El comandante Guevara resultó herido en la parte inferior de la pierna derecha, un balazo le partió el cañón del fusil y otra le atravesó la gorra. Acompañado de Simón  Cuba (Willy), avanzó por una pared rocosa, arriba dos soldados los esperaban apuntándoles con sus armas ¡Los momentos finales de los héroes siempre son trágicos, parece que el mundo se detiene expectante! ¡Cuánto dolor sentiría al constatar que su sueño bolivariano de liberar a América Latina de buitres peores que los conquistadores españoles estaba a punto de concluir. ¡Cuántos pensamientos pasarían por su cabeza en tanto esperaba una muerte cierta de las que tantas veces se burló!

 Gary Prado trasmitió rápidamente un mensaje a Pucará para que fuera enviado al comandante en Vallegrande de la captura del Che herido levemente y de Willy. Fueron trasladados al pueblecito de La Higuera, situado a unos dos kilómetros de allí. El Che iba cojeando, apoyado sus brazos sobre los hombros de dos soldados, los encerraron en las aulas de la pobre escuelita de adobe, junto con los cadáveres de dos guerrilleros cubanos Orlando Pantoja Tamayo (Olo) y René Martínez Tamayo (Arturo), sus fieles compañeros de la Columna 4 en la Sierra Maestra y la Invasora 8 en Las Villas. ¡Qué inmenso dolor sería para él compartir esa lúgubre noche con sus hermanos caídos!

El lunes 9 de octubre los militares en Vallegrande estarán a la espera de la decisión que se tomará en La Paz para decidir la suerte del Che. El jefe de la octava división el coronel Zenteno, arribó en horas de la mañana en compañía del contrarrevolucionario cubano, agente de la CIA Félix Rodríguez (Ramos) que intentó interrogarlo. Guevara le replicó tajante: “Yo no habló con traidores” y le escupió el rostro. Fue una respuesta viril, ni aún en las condiciones en que se encontraba dejó de ser quien era.

A las once de la mañana se recibió la nefasta orden: “nada de prisioneros”, Guevara y Simón Cuba debían ser ejecutados. Félix  Rodríguez intentó vanamente que se lo entregaran vivo para trasladarlo a Panamá para ser interrogado allí por los servicios de inteligencia de la CIA. Pero el gobierno boliviano fue inflexible. El Che era demasiado peligroso hasta prisionero. Para dar cumplimiento a la macabra misión se solicitaron voluntarios, dos individuos el sargento Bernardino Huanca ejecutará a Willy y el suboficial de primera clase Mario Terán Ortuño a Guevara. Los últimos minutos de la vida del Che, según el testimonio de su asesino, transcurrieron así: “No me atrevía a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme, sus ojos brillaban intensamente. Yo sentía que se me echaba encima y cuando me vio fijamente me dio mareo. El Che me dijo: “Póngase sereno. Apunte bien. Va usted a matar un hombre,” continúa relatando Terán: “Di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta. Cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che con las piernas destrozadas, cayó al suelo. Se contorsionó, comenzó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga que le hirió en el brazo, en el hombro y en el corazón”. [2]

Sobre las tres de la tarde el Che cayó abatido por la ráfaga de un fusil ametralladora M-2, nueve impactos de bala recibió su cuerpo, ninguno en el rostro. Luego divulgarían que cayó en combate, no asesinado vilmente mientras era prisionero de guerra, violando así lo establecido por el Derecho Internacional Humanitario[3]. Se podía parafrasear lo dicho por Fidel cuando conoció el asesinato de Frank País ¡Qué monstruos!

Hacia las cuatro de la tarde su cadáver fue atado al patín de un helicóptero que lo trasladó a Vallegrande, antes el cura de Pucará Roger Schaller, lo bendijo y cerró sus ojos. Le trasladaron al hospital Señor de Malta o San Juan de Dios. Sus ojos estaban abiertos nuevamente como si quisiera abarcar en su hora final toda la miseria y pobreza que le rodeaba. Su rostro sereno mostraba una semi sonrisa, como si se burlara de la cobardía de sus asesinos.

Lo depositaron en el lavadero de cemento del hospital. Manos caritativas de dos religiosas alemanas lavaron su cuerpo ensangrentado y le desenredaron la hirsuta cabellera. Un médico le inyectó formol en la arteria aorta para retrasar la descomposición del cadáver. Solo entonces se les permitió el acceso a periodistas y camarógrafos. Después dejaron desfilar a los pobladores que sobrecogidos y en silencio no osaron tocarlo. Allí comenzó la transformación del Che guerrillero a San Ernesto de La Higuera. Aquella sencilla gente del pueblo lo vio como un nuevo redentor, como un Cristo, el hombre que dio su vida por la libertad de los pobres de la Tierra. ¡Tan impresionante era su apariencia!

Después su cadáver y el de sus compañeros fueron desaparecidos, no sin antes mutilar las manos del Che, a fin de que se pudieran cotejar las huellas digitales. La Revolución, es decir, el Comandante en Jefe Fidel Castro, no cejó en el empeño de encontrar sus restos y honrarlo como todos los cubanos deseaban. Por fin en 1995 el general Mario Vargas Salinas, reveló el lugar aproximado de la inhumación secreta de los guerrilleros cerca de la pista del aeropuerto de Vallegrande.

El 12 de julio de 1997 fueron trasladados a Cuba los restos del Che y sus compañeros, que Fidel consideró como el retorno de un “destacamento de refuerzo”. El 17 de octubre del mismo año fueron trasladados al mausoleo erigido en la ciudad de Santa Clara, en cuyas calles libró su última batalla en Cuba, donde el pueblo le rinde tributo de homenaje que tan insigne hombre merece, cumpliendo con lo que pidió en su poema “Canto a Fidel”:  “cubrir sus huesos con un sudario de cubanas lágrimas”.

En Cuba el Che alcanzó la cumbre de su pensamiento político y de su práctica revolucionaria, completo su visión del mundo y desarrolló sus habilidades políticas y militares. Ascendió al escalón más alto de la especie humana, como él mismo definió. Alcanzar la condición de revolucionario.

El Che no  solo venció a sus enemigos, venció a la muerte. Cayó para inmortalizarse, convirtiéndose en un símbolo para las heroicas juventudes que en todos los lugares del mundo combaten contra la injusticia y por la libertad. Su ejemplo nos inspira para seguir adelante sin claudicar en nuestros principios. El Che vive y vivirá eternamente, como escribió Jean Paul Sartre: “Che Guevara forma parte de los grandes mitos de este siglo; su vida es la historia del hombre más perfecto de nuestra época”.

¡¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE, COMANDANTE GUEVARA!!

 

 

Bibliografía consultada:

1.    Documentos del Fondo Ernesto Guevara. Archivo Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República

2.    Diario del Che en Bolivia. Editorial Siglo XXI. Argentina, 1967

3.    Pombo, un hombre de la guerrilla del Che. Editora Política, La Habana 1996

4.    Wikipedia. Derecho Internacional Humanitario y las Convenciones de Ginebra




[1] La albarca o abarca es un tipo de calzado rústico elaborado en cuero crudo, que cubre solamente la planta de los pies, y se asegura con cuerdas o correas sobre el empeine y el tobillo.[

[2] Confesión de Mario Terán Ortuño. Documento inédito. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República

[3] El Derecho Internacional Humanitario se encuentra esencialmente contenido en los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, de los que son parte casi todos los Estados. Establece, en particular, que está prohibido matar o herir a un adversario que haya depuesto las armas o que esté fuera de combate. Los heridos y los enfermos serán recogidos y asistidos por la parte beligerante en cuyo poder estén.

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