Por: Daily Sánchez Lemus
No hay una persona que no lo conozca, aunque hayan pasado años; no hay calle, azotea o esquina que no lo haya visto pasar para escapar de la persecución de los asesinos de la tiranía batistiana; no hay verso, trazo o melodía que se le resista; no hay mejor conspirador o jefe en toda la ciudad santiaguera… Desde que aconteció el asalto al cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953, corroboró que sus inquietudes y luchas estudiantiles crecían y que de alguna manera se unirían a la suerte de aquellos jóvenes magníficos de la madrugada de la Santa Ana.
Es Frank País García, el combatiente que luego de fundar organizaciones revolucionarias (Acción Revolucionaria Oriental o Acción Nacional Revolucionaria), para luchar por la justicia de su patria, se integró al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, y fue jefe de su frente de Acción; quien alzó en armas y vistió de verde olivo la ciudad de Santiago para apoyar el desembarco del yate Granma en el que venían Fidel y sus compañeros; el del apoyo logístico indispensable para que resistiera aquel destacamento; el de los refuerzos de hombres para fortalecer al naciente Ejército Rebelde; el que siempre creyó en la lucha armada y a pesar de que añoraba estar en las montañas junto a los guerrilleros, supo que debía estar en la ciudad para poder apoyarlos en la organización del Movimiento, en la organización de las milicias, de los obreros, en Oriente y en las demás provincias; el que convirtió a Santiago en una ciudad en revolución contra el dictador Fulgencio Batista. El joven que bajo seudónimos como Salvador, David o Cristián, tenía en jaque a todos los esbirros de Santiago.
Frank, el que al decir de Fidel, es como uno de esos personajes de las películas que hacen muchas cosas y nunca les pasa nada. Frank, el ángel de Santiago, el muchacho más querido de la ciudad indómita; el que la habita desde hace noventa años y cuida de su historia.
Desde su nacimiento, el 7 de diciembre de 1934, de la unión de Rosario García y el pastor Francisco País, el mayor de tres hermanos varones demostró muchas cualidades y valores humanos. Perder a su padre cuando aún no había cumplido los 5 años, lo convirtió, así de pequeño, en el cuidador de sus hermanos, el que les llamaba la atención, mediaba o los protegía, aunque inevitablemente también se comportase como un niño. Frank desde entonces adquirió la responsabilidad y la toma de decisiones en la casa en la medida en que fue creciendo, se convirtió en un joven de fe, de valores humanos reconocidos por todos los que le rodeaban, amantísimo y defensor de la historia de su patria. Para Rosario, era el apoyo, el joven que vio en él aptitudes excepcionales y estudió para maestro, y lo fue, como lo fue su padre también en la juventud.
Tenía el don de la palabra, de la dulzura, pero también de la exigencia, de la disciplina, y de la organización. Amó intensamente, como solo alguien de una sensibilidad tremenda puede hacerlo, y así se reflejó en sus cartas a las mujeres de su vida, aunque una de ellas fue la que robó para siempre su corazón: Cuba.
El Segundo Frente
En medio de la lucha, Frank defendía la idea de crear un segundo frente de combate para extender la guerra, para lo cual se esmeró y dedicó tiempo y recursos. Fidel, que confiaba en la agilidad, seguridad y la capacidad del joven, aprobó aquella idea a realizar en el centro del año 1957, pero que no se pudo concretar por contratiempos que costó la vida de jóvenes valiosos y pérdida de recursos, “nuestra Fernandina”, como le escribiría el propio Frank a Fidel. Todo lo que se había organizado milimétricamente, falló por diferentes causas. Entre los caídos en la jornada del 30 de junio de 1957 estuvo Josué, el hermano menor de Frank.
Según testimonio de Avelino García, que se conserva en la Oficina de Asuntos Históricos, el día que cayó en combate Josué, recibieron la noticia por teléfono y tardaron un poco en comunicársela: Frank estaba escuchando una zarzuela por la radio y les dio pena decirle, pues sabían que la noticia lo devastaría. Y así fue. No más lo supo, dicen que subió a lo alto de la casa y allí se durmió. Frank no asimiló la muerte del hermano menor, tan valiente, apegado a él en sentimientos e ideales pero, como bien le escribirían sus compañeros desde la Sierra: para los revolucionarios el desahogo está en la lucha. Y eso fue lo que hizo, a pesar de que desde entonces sintió que el cerco se cerraba. Quizás por eso le diría a Haydée Santamaría que ya comprendía mejor el porqué ella vivía tan atada a sus muertos.
Pero el sueño del segundo frente de Frank País se concretaría casi un año después, cuando el joven rebelde, moncadista y expedicionario del Granma, y recién ascendido a comandante, Raúl Castro Ruz, partió hacia la Sierra Cristal por indicación de Fidel para hacerlo realidad. Así lo reflejó Celia Sánchez en una suerte de diario breve que escribió en los primeros días del mes de marzo de 1958: Raúl va a abrir el Segundo Frente, en la Sierra Cristal, el Segundo Frente que tanto soñó Frank.
Y rememora: Cuando fui a Santiago después del ataque a Uvero, preparaba Frank el Segundo Frente y me dijo que él pensaba que este Frente lo abriría Raúl: que le daría más fuerza. Que había pensado escribirle a Fidel pidiéndole un capitán y que ese fuera Raúl pero no se había atrevido porque si a Fidel no le convenía, por la petición que él le hacía podía hacerlo. Le dije mi parecer: que no creía conveniente que Raúl se separara de Fidel. En aquellos momentos nuestro Ejército en la Sierra crecía mucho. Con el ataque a Uvero se habían armado buenos hombres. Todos eran gente nueva que había que entrenar. Había quedado el Che con los heridos, entre los heridos estaba Almeida, estaba (Félix) Pena. No me parecía prudente por todo esto. Y por ser Raúl el que se atrevía a plantársele a Fidel en los combates, Fidel expone mucho la vida y era hora que se cuidara un poco más. De esta conversación nunca quise escribir ni contar a Fidel. Temía que se llevaran a Raúl.
Cuando decidió mandar a operar en el Norte de Oriente a Raúl fue que hablé a Fidel la idea que tuvo Frank. Ya Raúl estaba en preparativos de su columna y viaje. Me ha dicho que dicha columna se llamará “Frank País.” Ha sido una columna de hombres escogidos que sabrá honrar el nombre de Frank.
Como vaticinó Raúl el 11 de marzo de 1958, día en que llegaron a la zona de Piloto del Medio: Sabemos que empezar un Segundo Frente es cosa difícil, máxime cuando aquí no tenemos un Fidel. Pero guiándonos la fe de este que nunca se da por vencido y el espíritu de Frank, estamos seguro de que podremos hacer las cosas bien.
Y así fue. El Segundo Frente Oriental Frank País fue un ejemplo de valor y organización en la guerra, y sus hombres brillaron entre los valientes, leales al ejemplo del joven santiaguero.
Inolvidable
Noventa años después, Frank sonríe y sigue siendo el más amado de su ciudad, al que más cuidan; el que vive “entre el sol y la montaña”, como escribiese en su libro William Gálvez; o “Inolvidable Frank”, como también escribiera Vilma Espín, su hermana de luchas. Su legado comienza desde la rebeldía, la responsabilidad, la entrega a la causa, el sacrificio, la modestia, cumplir el deber en el sitio que nos toca y donde se es más útil –no donde más méritos se ganen-; y en la fidelidad al pueblo, a su pueblo santiaguero y al de Cuba, que lo conoció después de su muerte y rápidamente lo amó.
Frank es la Universidad de Oriente, el Centro de Documentación para la Lucha Insurreccional, la colina donde se ve la bahía y las montañas; la imagen que recibe y vigila. Frank sigue siendo el del “somatón en los ojos” –como asevera Luis Clergé, combatiente y amigo-, que con su mirada era capaz de saber hasta dónde daba una persona; o el joven pulcro que compró dos pañuelos blancos el día antes del alzamiento en Santiago porque no le gustaba andar con pañuelos sucios. O el amor de la hermosa América Domitro, a quien en medio de la máxima clandestinidad él miraba de lejos con sus prismáticos y se sentía feliz aunque fuese de verla de lejos, la muchacha que preparaba las cosas de la boda cuando él fue asesinado.
Frank le hace honor a su apellido: es también un país; es la patria vista desde el verso martiano que guiaba a una generación a defenderla de todo aquel que la ultrajara, que la atacara. Comparte una fecha histórica con Maceo, en simbolismo tremendo de que cuando cae un héroe, ese día también nace otro. Por eso, como expresara Haydée Santamaría en el cementerio de Santa Ifigenia en 1965: Para ser hermano de Frank hay que erguirse, no arrastrarse, no ser “gusanos”. A este pueblo de Frank, a este glorioso pueblo de Antonio Maceo ¡no lo confunde nadie!
Vivamos a Frank y celebremos sus noventa años; al Frank de la mirada linda, al de los ideales firmes, al de la acción y la exigencia severa, al que con sus manos tocaba el piano, acariciaba a su amada y manejaba también un arma por la libertad de su país; al de las cartas con Fidel llenas de lecciones de humildad, lealtad y respeto; al de la inteligencia, el carácter, al más extraordinario de los combatientes. Al que todo Santiago seguirá amando, y toda Cuba también.
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