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12 abril 2022

La vida de nuestros mártires: Ni siquiera es pasado…

 

por la maestra en Ciencias Daily Sánchez Lemus

Fructuoso Rodríguez Pérez, José Machado Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá y Joe Westbrook Rosales son cuatro jóvenes revolucionarios cubanos que participaron en las acciones del 13 de marzo de 1957, y luego tuvieron que esconderse para evitar la ola de represión de la  dictadura batistiana. Pero una delación infame y triste —como suelen ser las delaciones entre supuestos compañeros— entregó sus valiosas vidas. Nada borra el dolor de aquella sangrienta tarde del 20 de abril de 1957, conocida como la masacre de Humboldt 7. Nada borra aquella imagen de la vida revolcándose escaleras abajo y el futuro sangrando; pero tampoco se ha borrado la memoria de los cubanos.

 Precisamente un colega de aquellos años de lucha, Ricardo Alarcón de Quesada, comparte con nuestro Boletín Revolución sus recuerdos sobre Fructuoso, el líder universitario, sesenta y cinco años después, seguro de que sus compañeros le han seguido acompañando en estos años de Revolución. 

Fructuoso era mi jefe. En la Universidad conocí a Fructuoso como parte de un proceso fue mi incorporación a la política estudiantil. En aquella época había lo que se llamaba el bonche universitario, eran los remanentes del viejo bonche. Fructuoso era una persona muy cercana a José Antonio, pero era como el alfil, el que va al frente del combate, digamos. Estudiaba Agronomía, que era una escuela casi vecina a la mía; pero se movía realmente por toda la universidad, organizando a toda la gente que se oponía al bonche y que estaba dispuesta a apoyar al que él proponía como presidente de la FEU, que era «el gordo» Echeverría. En aquella época había algo que se ha hablado bastante pero sin mucha precisión que era el anti-
 comunismo. Imagínate tú en la época de la Guerra Fría. Los estudiantes universitarios eran por definición  una clase selecta dentro de la clase selecta. Muy poca gente llegaba a vencer la secundaria. Eso ahora en Cuba es algo surrealista porque hay escuelas por todos lados, pero en aquella época no era así. Llegar a la Universidad y estudiar una carrera universitaria ya era un privilegio entre los privilegiados. Si un mérito tiene el movimiento estudiantil cubano históricamente, es su altruismo. Es un grupo social que desde Mella al triunfo de la Revolución se dedicó a autoaniquilarse, porque si se triunfaba, si se daba aquello por lo que ellos luchaban, iba a desaparecer esa hegemonía de clase que tenían. También hay que decir que había desgraciadamente una orientación de los que se llamaban comunistas en la Universidad, la llamada Juventud socialista universitaria, que fue aliada del bonche, que fue opuesta a José Antonio. En ese marco de anticomunismo y Guerra Fría como fenómeno general en el país, anticomunismo en la Universidad, en rechazo a la posición que tenía la organización marxista leninista de la juventud en ese momento y en esas condiciones no ser anticomunista; y en esas condiciones ser la única persona entre los dirigentes estudiantiles que llevó como su vicepresidente a uno de los militantes de aquella organización marxista leninista fue Fructuoso. Es difícil encontrar un ejemplo más claro de falta de prejuicio y a la vez, incluso, de espíritu unitario. 

¿Cómo lucía el joven Fructuoso?

 Alto,  más bien corpulento. Tenía una pegada famosa, que la usó varias veces en algún enfrentamiento con la policía. Una personalidad a mi juicio muy diversa, muy rica. Un hombre de acción pero con lo que te he dicho, vemos que era también de pensamiento, capaz de tener visión estratégica. Le gustaba bailar, ir a fiestas, porque también en las campañas lo que se hacían eran fiestas y bailes. Muy activo.

Sobre los ideales que compartieron… 

Yo me incorporé a la lucha revolucionaria paralelamente: un día Fructuoso me dice que iban a  crear  el Directorio Revolucionario y me invita  a ser miembro de su organización.  Entonces yo le dije: «Mira, Fructuoso, lo que pasa es que yo trabajo en el aparato del Movimiento 26 de Julio que se está creando en La Habana». Y él me  dijo esta frase que jamás olvidaré: «No importa. Es lo  mismo. Sigue trabajando con el 26, y en la Universidad seguiremos trabajando». Y fue cierto. 

Después del 13 de marzo… 

En el barrio La Víbora, yo tenía un compañero del colegio, de la infancia. Yo  iba a su casa y él a la mía. El 13 de marzo después de todos los sucesos, volví a encontrarme con Fructuoso ¿tú sabes dónde? ¡En la casa de ese compañero de La Víbora, en Goicuría no. 220! Nos  vimos un  montón de veces. Era muy fácil, porque como ya dije, yo frecuentaba esa casa desde niño, y todo el mundo en el barrio sabía que yo era amigo de la casa. Después de que Fructuoso se tiene que ir para otro lugar a reunirse con sus compañeros, nos despedimos con la advertencia de que me iba a localizar porque estábamos discutiendo un tema sobre la huelga estudiantil, ya que habían matado al presidente de la FEU, la figura de más prestigio, de más arraigo. A la FEU le ocurrió algo de lo que se habla muy poco: en seis semanas perdió en combate a sus dos presidentes. Entonces el 20 de abril, mi amigo Pepe, el de La Víbora, me da el recado de que Fructuoso nos iba a llamar al día siguiente para vernos. 

20 de abril de 1957 

Irónicamente, el 20 de abril de 1957, cuando faltaba un mes y un día para cumplir yo los veinte años, muere mi padre. Y estaba en esos trámites dolorosos en el hospital de Emergencia, cuando me llamó la atención el movimiento de carros. Luego supimos por la radio, pero las informaciones que daban eran confusas y diferentes. Hubo dolor e impacto, aunque para los jóvenes de aquella época la muerte era parte de la realidad. Aquella generación no tuvo lo que ustedes han tenido después. A los diecinueve o veinte años es para estar estudiando, bailando, pero antes no era así. Y eso le pasó no solo a esa generación cubana, sino que sucedió a lo largo de la Historia de lucha por la independencia. El Directorio y el 26 no surgen como otras organizaciones políticas. Ellos surgen después. Surgen en la lucha. No son organizaciones que pasan a la clandestinidad sino que se crean en la clandestinidad. Por eso hay una lista interminable de jefes que mueren, los matan, algunos desertan, y hay que reemplazarlos sobre la marcha, en medio del fragor del combate, lo cual hace que yo diría que eran dos organizaciones que estaban en perpetua formación. 

La vida de aquellos jóvenes sesenta y cinco años después 

Fructuoso y los otros tres compañeros eran un poquitico mayores que mi nieto…Por eso a él yo le diría…… le diría que van conmigo…que no me he separado de ellos en todo este tiempo ni ellos se han separado de mí. 

Para Alarcón, la conservación de la memoria histórica es una preocupación y aspira a que Cuba siga siendo un país que sabe estar a la altura de esa Historia, de la vida de sus héroes y mártires; y precisa: Sin olvidar jamás eso que dijo William Faulkner de que el pasado no quedó atrás, el pasado va contigo… ni siquiera es pasado… aunque no nos demos cuenta de ello.

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